En Batallas, Pari presumía autos y ordenaba comida desde La Paz
La oficina del Banco Unión en el poblado está ubicada frente a la plaza principal, en una casa minúscula de tres pisos en el que sólo hay dos cajas.
Agencia del Banco Unión en Batallas.
"Cada mes venía con un auto diferente, los parqueaba aquí, en la plaza, frente al banco, pero nunca hablamos con él”, comenta un poblador, sentado en la puerta de una pensión a pocos pasos de la agencia del Banco Unión en Batallas.
El recuerdo de Juan Pari, el exfuncionario de la entidad financiera estatal que se robó 36,7 millones de bolivianos, es borroso para los pobladores de este pueblo paceño, camino entre Pucarani y Huarina, sin embargo, algunos fragmentos han quedado grabados en sus retinas.
"Lo veíamos pasar, a veces compraba golosinas, la primera vez que lo vi me compró una sopa Maruchan (sopa instantánea en vaso), pero después empezó a pedir comida desde La Paz cada vez con más frecuencia”, cuenta una vendedora, frente a la plaza principal.
De acuerdo con los vecinos, Pari pedía comida a locales de La Paz, la cual llegaba en taxis que cobraban al menos 200 bolivianos por viaje. "Se pedía pollos o pizza... se lo traían autos; luego él salía a la puerta del banco y pagaba sin regatear, eso es lo que recuerdo”, comentan los vecinos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Batallas y el área circundante viven alrededor de 17.000 personas, las cuales se ocupan principalmente del comercio.
Alrededor de la plaza principal del poblado se ubican seis entidades de intermediación financiera, tres bancos (incluyendo el Banco Unión) y cuatro Instituciones Financieras de Desarrollo (IFD), algunos negocios - como farmacias, pensiones, tiendas; una iglesia, una posta médica, un colegio y la Alcaldía.
La agencia del Banco Unión es pequeña. Situada a dos casas de la Alcaldía, tiene tres pisos, cuenta con dos cajeros, un agente de plataforma, dos policías y un encargado de limpieza en el primer piso, y un oficial de crédito y el jefe de operaciones en la segunda planta.
La oficina es estrecha y larga, con cuatro filas de asientos y una pantalla en la cual se muestra el orden de atención. Desde afuera parece un garaje más que un banco y resulta difícil creer que en su interior hayan estado los casi 40 millones de bolivianos que Pari se llevó, de fajo en fajo, dentro de su ropa, o incluso en bolsas (como dice ahora la Fiscalía).
La mayor parte de la gente que ingresa a la agencia lo hace para cobrar remesas o recoger su Bono Dignidad. Algunos tramitan créditos productivos o comerciales, la mayoría realiza operaciones simples, de poco volumen y menor importancia.
El pueblo no se extiende más de cuatro manzanas desde la plaza principal. Después se extienden las tierras de pastoreo y una Unidad Académica Campesina (UAC) de la Universidad Católica Boliviana.
Los sábados son día de feria y gente de localidades cercanas llegan a Batallas a vender sus productos, pero durante la visita de Página Siete al pueblo, éste se encontraba vacío.
"Acá todos los que vivimos cerca nos conocemos, pero somos un pueblo de paso y siempre hay gente extraña que entra y sale de los bancos, no les prestamos mucha atención, ni ellos a nosotros”, comenta un vecino.
Según los testimonios de los pasantes, el pueblo se enteró del robo en el banco a través de las noticias, y ahora forma parte de las conversaciones cotidianas.
"Nos enteramos por la tele y a veces tratamos de recordar al señor (Pari), cómo se veía, desde cuando venía, con quienes hablaba, pero la verdad es que nadie parece haberlo conocido aquí”, explican.
Una de las pocas anécdotas que existen del paso de Pari por el pueblo es contada por la hija de una de las comideras que tienen sus fondas en el pueblo.
Según el testimonio, Pari salió como de costumbre del banco y se dirigió hacia su auto muy aprisa, dejando caer de su saco un gordo fajo de billetes.
"Intentamos avisarle que se le había caído dinero, pero el siguió caminando rápido a su auto, se subió y salió disparado del pueblo, el fajo lo recogieron unos viejitos que estaban cerca, no sé cuánto era, pero parecía mucha plata”, relata la joven.
Desfalco equivale al 2,1% del patrimonio
De acuerdo con datos de las memorias anuales del Banco Unión, el desfalco de 36,7 millones de bolivianos que sufrió la entidad financiera estatal equivale al 2,1% de su patrimonio y al 19,4% de la utilidad alcanzada en 2016.
El exMinistro de Economía Luis Arce Catacora indicó el jueves en un encuentro de economistas en Santa Cruz que el fraude en el Banco Unión fue "insignificante” debido a que el monto sustraído por el exjefe de operaciones de la agencia de Batallas, Juan Pari, no alcanzaba al 1% del patrimonio del banco.
"Es una cosa aislada e insignificante. No llega ni al 1% del patrimonio del banco, acá no hay corrupción, hay criminalidad”, afirmó.
La pasada semana, el analista Armando Álvarez opinó que el banco con el robo está perdiendo una cuarta parte del capital, lo cual debe ser absorbido por accionistas, en este caso el Estado, en un 98%.
Además, advirtió que el seguro puede que no cubra todo, porque la entidad aseguradora evaluará si había los controles adecuados en el banco.
Si no se recupera el dinero, el desfalco impactará en los resultados de la entidad, disminuirá utilidad y patrimonio.
Fuente: Página Siete - Manuel Filomeno
El recuerdo de Juan Pari, el exfuncionario de la entidad financiera estatal que se robó 36,7 millones de bolivianos, es borroso para los pobladores de este pueblo paceño, camino entre Pucarani y Huarina, sin embargo, algunos fragmentos han quedado grabados en sus retinas.
"Lo veíamos pasar, a veces compraba golosinas, la primera vez que lo vi me compró una sopa Maruchan (sopa instantánea en vaso), pero después empezó a pedir comida desde La Paz cada vez con más frecuencia”, cuenta una vendedora, frente a la plaza principal.
De acuerdo con los vecinos, Pari pedía comida a locales de La Paz, la cual llegaba en taxis que cobraban al menos 200 bolivianos por viaje. "Se pedía pollos o pizza... se lo traían autos; luego él salía a la puerta del banco y pagaba sin regatear, eso es lo que recuerdo”, comentan los vecinos.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Batallas y el área circundante viven alrededor de 17.000 personas, las cuales se ocupan principalmente del comercio.
Alrededor de la plaza principal del poblado se ubican seis entidades de intermediación financiera, tres bancos (incluyendo el Banco Unión) y cuatro Instituciones Financieras de Desarrollo (IFD), algunos negocios - como farmacias, pensiones, tiendas; una iglesia, una posta médica, un colegio y la Alcaldía.
La agencia del Banco Unión es pequeña. Situada a dos casas de la Alcaldía, tiene tres pisos, cuenta con dos cajeros, un agente de plataforma, dos policías y un encargado de limpieza en el primer piso, y un oficial de crédito y el jefe de operaciones en la segunda planta.
La oficina es estrecha y larga, con cuatro filas de asientos y una pantalla en la cual se muestra el orden de atención. Desde afuera parece un garaje más que un banco y resulta difícil creer que en su interior hayan estado los casi 40 millones de bolivianos que Pari se llevó, de fajo en fajo, dentro de su ropa, o incluso en bolsas (como dice ahora la Fiscalía).
La mayor parte de la gente que ingresa a la agencia lo hace para cobrar remesas o recoger su Bono Dignidad. Algunos tramitan créditos productivos o comerciales, la mayoría realiza operaciones simples, de poco volumen y menor importancia.
El pueblo no se extiende más de cuatro manzanas desde la plaza principal. Después se extienden las tierras de pastoreo y una Unidad Académica Campesina (UAC) de la Universidad Católica Boliviana.
Los sábados son día de feria y gente de localidades cercanas llegan a Batallas a vender sus productos, pero durante la visita de Página Siete al pueblo, éste se encontraba vacío.
"Acá todos los que vivimos cerca nos conocemos, pero somos un pueblo de paso y siempre hay gente extraña que entra y sale de los bancos, no les prestamos mucha atención, ni ellos a nosotros”, comenta un vecino.
Según los testimonios de los pasantes, el pueblo se enteró del robo en el banco a través de las noticias, y ahora forma parte de las conversaciones cotidianas.
"Nos enteramos por la tele y a veces tratamos de recordar al señor (Pari), cómo se veía, desde cuando venía, con quienes hablaba, pero la verdad es que nadie parece haberlo conocido aquí”, explican.
Una de las pocas anécdotas que existen del paso de Pari por el pueblo es contada por la hija de una de las comideras que tienen sus fondas en el pueblo.
Según el testimonio, Pari salió como de costumbre del banco y se dirigió hacia su auto muy aprisa, dejando caer de su saco un gordo fajo de billetes.
"Intentamos avisarle que se le había caído dinero, pero el siguió caminando rápido a su auto, se subió y salió disparado del pueblo, el fajo lo recogieron unos viejitos que estaban cerca, no sé cuánto era, pero parecía mucha plata”, relata la joven.
Desfalco equivale al 2,1% del patrimonio
De acuerdo con datos de las memorias anuales del Banco Unión, el desfalco de 36,7 millones de bolivianos que sufrió la entidad financiera estatal equivale al 2,1% de su patrimonio y al 19,4% de la utilidad alcanzada en 2016.
El exMinistro de Economía Luis Arce Catacora indicó el jueves en un encuentro de economistas en Santa Cruz que el fraude en el Banco Unión fue "insignificante” debido a que el monto sustraído por el exjefe de operaciones de la agencia de Batallas, Juan Pari, no alcanzaba al 1% del patrimonio del banco.
"Es una cosa aislada e insignificante. No llega ni al 1% del patrimonio del banco, acá no hay corrupción, hay criminalidad”, afirmó.
La pasada semana, el analista Armando Álvarez opinó que el banco con el robo está perdiendo una cuarta parte del capital, lo cual debe ser absorbido por accionistas, en este caso el Estado, en un 98%.
Además, advirtió que el seguro puede que no cubra todo, porque la entidad aseguradora evaluará si había los controles adecuados en el banco.
Si no se recupera el dinero, el desfalco impactará en los resultados de la entidad, disminuirá utilidad y patrimonio.
Fuente: Página Siete - Manuel Filomeno