La renuncia de Goni, hace 19 años, abrió la senda para la era del MAS con Morales

Una revuelta popular llevó a su renuncia y salida del país del expresidente y exlíder del MNR. Otra sacó del poder al líder cocalero hace casi tres años. Hoy a los 92 años, Goni sigue lúcido, pero está retirado. Mientras, Evo intentará volver al poder.

Gonzalo Sánchez de Lozada y Evo Morales Ayma. Fotos: Internet.

Transcurrieron 19 años, casi dos décadas desde la renuncia y salida del país del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada, que abrió la senda para la llegada al poder, en 2006, de Evo Morales. Este es un hecho en el que coinciden, con matices opuestos, el familiar y exministro de Goni, Mauricio Balcázar, y el exministro de Gobierno Carlos Romero.



Pero la historia tiene sus paradojas. Una revuelta popular en 2003 en El Alto sacó del poder a Goni y otra, ocurrida en 2019, provocó la renuncia y salida del territorio nacional del expresidente Evo Morales tras un fraude electoral y una movilización nacional de 21 días que tuvo como epicentro la ciudad de Santa Cruz.

Goni no dimitió como lo hizo Evo, quien presentó su carta de renuncia y se fue sin esperar que la Asamblea la apruebe. En su misiva Sánchez de Lozada la puso “a consideración del Congreso Nacional con la íntima convicción de que la aceptación de la misma no corresponde, ya que no se puede retirar a un presidente elegido democráticamente por mecanismos de presión y de violencia que están al margen de la ley y este es un funesto precedente para la democracia boliviana y continental”, señalaba el texto.

Su exministro Mauricio Balcázar recordó que el exmandatario esperó a que el Poder Legislativo la apruebe antes de salir del país. El congreso aceptó y asumió la presidencia Carlos Mesa, por sucesión constitucional. Este medio envió un cuestionario al ahora jefe de Comunidad Ciudadana, pero no respondió.

Balcázar aseguró que Goni en su carta adelantó lo que le esperaba al país. “Esta es una tarea que el Congreso debe encarar con la responsabilidad que lo exige ahora, pero es mi deber advertir que los peligros que se ciernen sobre la patria siguen intactos: la desintegración nacional, el autoritarismo corporativista y sindical y la violencia fratricida. Estos peligros se asientan en la circunstancia histórica en que los fundamentos de la democracia han sido puestos en cuestión, quiera Dios que algún día no tengamos que arrepentirnos de todo esto”, decía la misiva.

En noviembre de 2003, la Fiscalía General de la República solicitó a la Corte Suprema el enjuiciamiento político y penal del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y de sus ministros por los hechos de octubre, donde murieron 56 personas, según cifras oficiales. Además, dispuso que una comisión investigue la participación de Evo Morales y de otros siete dirigentes.

Para Carlos Romero, la renuncia de Sánchez de Lozada fue la ruptura de un ciclo “que lo conocimos como neoliberalismo, que en lo económico articuló la economía nacional al capital transnacional. Desde lo político fue mucho más allá del acortamiento de mandato de un presidente, del agotamiento de la democracia pactada. Fue la ruptura del monopolio de intermediación cultural con relación a los pueblos indígenas y el agotamiento de las relaciones de colonialismo que se reprodujeron a lo largo de la república, donde con diferentes nomenclaturas, se mantuvo la estructura institucional de los españoles y el sometimiento a los pueblos indígenas”.

Por supuesto, la llegada a la Presidencia de Evo Morales fue, para Romero, la consolidación de esa ruptura. Balcázar señaló que “definitivamente la llegada de Carlos Mesa a la Presidencia le abrió las puertas a Evo Morales al Palacio de Gobierno”.

Para el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, la renuncia de Sánchez de Lozada “marca el fin del primer tiempo de la era democrática, caracterizada por gobiernos de coalición multipartidaria para suplir votaciones débiles y generar gobernabilidad con partidos afines”. El exmandatario aseguró que la segunda presidencia de Goni no logró “leer ni conducir el cúmulo de demandas sociales y de diverso orden que llevaban tiempo madurando que derivaron en protestas violentas, caos y múltiples víctimas en la ciudadanía y las fuerzas del orden”.

El deterioro político del gobierno, según Rodríguez Veltzé, y la desatención a varias de las demandas más importantes, como la celebración de una Constituyente o la revisión de la Ley de Hidrocarburos, comprometieron no solo al presidente Sánchez de Lozada, sino a todo su gobierno. No tuvieron una disposición para concertar una agenda de acuerdos y la magnitud de las protestas precipitaron su salida”.

Acotó que el gobierno del sucesor, el vicepresidente Carlos Mesa, arrastró una buena parte de los mismos desafíos y tampoco pudo encararlos eficazmente, se reprodujo el escenario de la renuncia a la Presidencia y la incertidumbre política. “Es posible sostener que esta crisis debió atenderse con nuevas elecciones inmediatamente después de la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada”, sostuvo el exmandatario consultado por EL DEBER.

Lo ocurrido.

El análisis va más allá, Balcázar y Romero debaten sobre dos visiones completamente distintas.

“Goni lo predijo todo. Que el Gobierno iba a ser manejado de manera corporativa: narcococaleros, cooperativistas, chuteros. La corrupción, el narcotráfico. No es sorpresa lo que pasó, pero nadie se imaginaba la destrucción de la democracia iba a llegar a tal punto”, lamentó Balcázar.

Romero respondió que “quien tiene una formación dogmática desde el punto de vista académico, político e ideológico de acuerdo al liberalismo clásico francés embutirá la realidad nacional a esta teoría euro-occidental. Obviamente, nunca calzará en su cabeza una estructura gubernamental que no sea jerárquica, centrada en el Estado, de ‘nobleza’, rango, título nobiliario. Todo eso pasó al pueblo y ese fue el avance más significativo en la historia de Bolivia. Sufragio, igualdad de derechos, libre opinión ideológica, ese es el avance”, manifestó.

Goni es hoy un hombre de 92 años, según Balcázar “mantiene la lucidez de siempre, el humor que lo caracterizó no cambiará nunca. No intervino más en la política boliviana, no le hizo el juego a Evo Morales, como sí lo hicieron otros líderes de oposición”.

Balcázar aseguró que su legado fue hacer “una revolución en democracia. Eso fue la capitalización, la Participación Popular, los diputados uninominales, el Bonosol, las nuevas leyes de defensa de la mujer. El Gobierno de Morales destruyó todo”.

Se lo juzga por 60 muertos. “Tenemos claro que nadie conoce lo que realmente pasó porque nadie investigó. Primero, no fueron 60. Segundo, se hizo un juicio a los integrantes del Alto Mando Militar y ninguno de ellos declaró que Goni los hubiera sacado a las calles a matar”. Aseguró que “no hubo muertos en el convoy de gasolina que salió de El Alto y descendió a la ciudad”. Ese hecho, ocurrido días antes de la renuncia, fue lapidario no sólo para Goni, sino para todos los ministros que firmaron el decreto que autorizó el traslado de las cisternas escoltadas por militares.

“Los informes de balística son muy claros. Nosotros estamos convencidos que todo esto se ha montado, y lo ha hecho Evo Morales. Recuerde que esto es una fórmula que se ha repetido años después en los hechos de Senkata. Obligaron al gobierno de Áñez a sacar las cisternas, y luego la misma gente de Evo Morales buscó los muertos”.

Otro elemento que mencionó fue una investigación colombiana, en la que un miembro del Ejército de Liberación Nacional declaró bajo juramento que Pacho Cortez fue a Bolivia meses antes de octubre de 2003 para ver el tema del gas. Todo fue planeado”.

Romero señaló que “lo ocurrido el 17 de octubre de 2003 es la culminación de un ciclo, la inauguración de un movimiento. Por eso cuando hicieron un golpe de estado duro, sacando nuevamente los tanques, los aviones, disparando armas de guerra contra los indios en Sacaba, Senkata. El Pedregal, a fines de 2019 fracasaron nuevamente, porque no pudieron restituir el régimen vertical, dictatorial propio de un Estado militarista, policial, perseguidor que se acuñaba en una sola frase expresada en la frase de Luis Arce Gómez, que invitaba a quienes se oponían al régimen a andar con el testamento bajo el brazo”.

Romero dijo que esas épocas no volverán a Bolivia. “Mientras más persigan a Evo, lo comparen con el anticristo, lo acusen de pedófilo, narcotraficante, indio, con lo despreciable, con todo lo peor que se les pueda ocurrir, con esta suerte de construcción del antievismo, solo se mienten a sí mismos. El país no volverá atrás a ser gobernado por un presidente que hablaba como gringo. Vivíamos pensando que los indígenas eran salvajes, los llamaban tribus servícolas y pensaban que el oriente era territorio vacío que había que colonizar. Esa rosca que pensaba que los indios eran animales de carga, nunca se imaginó que esos indios inauguraron una nueva época en el país, que es irreversible”, señaló.

Fuente: El Deber

Te puede interesar:

Usamos cookies propias y de terceros para ayudarte en tu navegación. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK | más información